Signos

En la era de la informática y la cibernética la humanidad asiste impávida a un cortejo de soledades y distancias que resultarían difíciles de comprender para cualquier filósofo de la antigüedad.

Tiempo donde no existe el tiempo. Todo es veloz… y ligero. O mejor, el ojo poco observador pensaría que la superficialidad ha ganado la batalla cultural y no hay sino. Solamente un eterno discurrir sin horadar en las profundidades.

En este contexto, no obstante, asistimos a circunstancias históricas que marcan un quiebre sustantivo en el devenir político, por ende, social y cultural, y que se expresan en datos concretos y tangibles aunque difíciles de ser mesurados, dimensionados, e inclusive hasta parece arriesgado expresar pronósticos.

Sin pretender hacer profecías, quisiéramos expresar algunos puntos de vista que explican en parte la iniciativa de este espacio de comunicación y que, desde otra óptica, exponen nuestro análisis e interpretación de la situación del mundo y su probable derrotero en los próximos años.

La globalización, como han escrito pensadores como Juan Manuel Castell o Zygmunt Bautman entre otros, se ha dado con la lógica del capitalismo, y en especial en la fase financiera del mismo, con el objetivo claro de la libre circulación de los flujos de capital, en especial del especulativo.

Sería ingenuo pretender que esta intervención histórica, para nada improvisada, no incorporara el aspecto cultural, la consideración del hombre como sujeto político e histórico. En efecto, la intervención del pensamiento neoliberal en la legislación y los acuerdos de organismos internacionales como la OCDE tienen una incidencia tan trascendente que afectan profundamente el sistema de relaciones entre las personas, pero además impacta directamente en la construcción cultural y en el entramado social, desde donde surge la base para poner en cuestión el tema del poder.

Los 90 fueron un festival de proliferación de “reality show”, cuyo formato está sustentado en una idea central: la cosificación de las personas, quitando, en medio de situaciones cuasi humorísticas, cualquier apego a la dignidad de la humanidad en sentido lato. Mantener al seguidor “entretenido, distraído”, y en lo posible embrutecido.

Se normalizó el cuerpo de la mujer como de propiedad colectiva y argumento estético de cualquier programación. Ello con la participación necesaria de un Estado ausente en la cuestión social y cultural. Se corresponde con la lógica neoliberal imperante en aquella década, que si bien comenzó tiempo antes, encontró allí su clímax.

El tiempo fue destinado a diversión, a despolitización, ergo, a la desmovilización y clausura de la “construcción de comunidad”. La cultura neoliberal es, antes que nada, individualista, consumista y nihilista. Es perfecta en el “carpe diem”. Vive hoy, mañana no importa. Y de allí la exacerbación de los sentidos, de vivir intensamente de y en la sensación. Siempre ya, hoy, ahora. La célebre frase popular “no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy” pasó de ser una imprecación a optimizar y disponer del uso del tiempo a un imperativo: “vive hoy que no hay futuro, sino eterno presente”.

Las consecuencias han sido devastadoras, pues las sociedades se han fragmentado de tal forma que en un mismo territorio viven cientos o miles de personas, pero sin convivir. Fragmentación que implica estigmatización de amplias franjas etarias y sociales incitando incluso a promover la xenofobia y el racismo. “Que se vayan los extranjeros que nos roban el trabajo”, dicen algunos  argentinos que necesitan en su territorio al menos el doble de la población que poseen actualmente para poder desarrollar una economía sostenible y sustentable.

Todo este contexto sigue la lógica capitalista y responde casi con meridiana exactitud lo pronosticado por estudiosos de la calidad de Karl Marx. No hay sorpresas al respecto, aunque sea el resultado que la necesidad ha impuesto a este capitalismo en su última fase, y sin poder precisar en términos históricos cuándo ocurrirá su final.

¿Cuál es la novedad, entonces?

No es la cuestión ética, pues el sistema se sostiene sobre principios reñidos con aquella, cuales son el fin de lucro a ultranza y la explotación laboral como instrumento para compensar la pérdida en las tasas de ganancia.

Tampoco lo es la cuestión democrática y sus diversas formas de institución, pues ya casi no existen estados donde no sean los ciudadanos quienes eligen sus gobiernos, aun cuando esa elección y representación sea motivo de otro tipo de análisis más profundo y sustantivo, como alega Atilio Borón, en especial en aquel tema de la legitimidad de lo que se dice representar.

La gran novedad, según nuestra modesta inteligencia, consiste en la necesidad de ese capital financiero de ir por más y ser él mismo quién gobierna por medio de los CEOS. Esto pone en evidencia el poder real oculto detrás del poder formal. Cambia profundamente el paradigma del gobierno por encargo, donde los representantes son políticos surgido del pueblo, pero jamás gerentes o CEOS. Hoy, el gabinete designado por Trump (EE.UU:), Macri (Argentina), Temer (Brasil), anteriormente el de Piñera (Chile), corroboran contundentemente al respecto. El poder real gobierna por sí mismo. Sin intermediarios ni testaferros, en lo que algunos han denominado con una nueva categoría analítica: la ceocracia, estructurada a partir de la plutocracia.

En este contexto, la otra gran dimensión es que por primera vez en la historia de la democracia occidental, la llegada al poder de “los dueños del capital financiero del mundo” se da por medio del voto popular. Y ello merece también un análisis propio, en especial el capítulo referido a los medios de comunicación masivos y el entramado de grupos económicos al respecto.

Voces de Inclusión pretende producir pensamiento crítico a partir de esta definición política y temporo espacial, por una parte aportando artículos propios, y por otra, aglutinando informaciones de medios afines en el sentido de la crítica histórica y del posicionamiento filosófico de comprender al hombre como sujeto de derecho, pero además, como sujeto colectivo.

El cooperativismo como forma disruptiva tanto en su fase productiva como cultural (estilo de vida), nos caracteriza en la postura como en nuestra definición político – filosófica – ideológica. Este no es un medio periodístico, sino de comunicación y difusión de voces, inclusive aquellas que no dan el perfil académico, pero que “dicen” y “testimonian”. No somos neutrales. Decimos y expresamos desde un lugar, desde una concepción y desde un posicionamiento. No somos neutrales pero tampoco pretendemos serlo sino que lo asumimos como parte indisoluble de nuestra mirada crítica.

En todo caso, somos herederos de siglos y siglos de luchas populares, a veces en las condiciones más inhumanas que se pueda imaginar.

Pertenecemos a esa común experiencia de emancipación americana, con marchas y retrocesos, con grandes conquistas y también enormes pérdidas. El Plan Cóndor es testigo lúgubre de esos momentos de oscuridad y oscurantismo. La muerte de nuestros compañeros como Chico Méndez, Monseñor Romero, nuestros hermanos mayores de los Pueblos Originarios, de Rodolfo Wals y Agustín Tosco. De los intentos por la conquista de la Tierra como derecho incuestionable de los pueblos.

Pero también de la epopeya de la Independencia, de las luchas por derrotar la esclavitud, de triunfos imponentes contra “el imperio” que en diferentes épocas muda de nombres, pero no de dueños.

De las luchas de los obreros y la sangre derramada por cada milímetro de conquista de derechos que tuvo en determinados gobiernos su reconocimiento, y ello les concede méritos necesarios de reconocer.

Somos parte de ese entramado social que se organiza en las calles, en los barrios, en sindicatos y partidos. De aquellos que pretenden hacer honor al legado en la lucha activa y cotidiana, con plena conciencia del devenir histórico, sus más y sus menos, sus heroísmos cotidianos y sus traiciones dolorosas como puñaladas.

Pertenecemos a la gente gloriosa de Santa Clara, o de Chiapas. Al eterno abrazo fraterno con la Pacha Mama y deudores eternos de nuestras inconmensurables mujeres. Somos los negros, los mestizos, los zambos y los blancos. Pero también amarillos rojos y verdes. Porque la lucha por una Justicia Social tan largamente esperada no conoce raza, credo ni geografía.

Fuimos paridos por la América sufriente, saqueada, con sus “Venas abiertas”, pero al mismo tiempo dignísima, fuerte, estoica, emblemática y revolucionaria. En sus rincones de inigualable belleza se escabulle la potencia imponente de su Pueblo que no calla, que no se detiene, que avanza hacia su destino inexorable.

Venimos por un camino construido de convicciones y sacrificios, con un horizonte claro y definitivo. Y en ese sendero pretendemos seguir manteniendo el vértigo de la empresa política compartida, de la esperanza fundada en lo colectivo, de la certeza que da la lucha y la unidad.

Concebimos la democracia holisticamente como constitutiva del proceso de liberación de los pueblos, de la cultura y las culturas. Creemos en aquella que se legitima en las bases, en la militancia, en la cotidiana discusión de ideas y políticas. Reivindicamos la posibilidad real y concreta de definir nuestro destino, de elegir nuestras opciones, de ser profundamente críticos cuando ésta permanece en una cáscara vaciada de contenido.

Este es el primer número, que no incluye una unidad temática, y cuyo objetivo fundamental es darnos a conocer mostrando escribas, colaboradores, estilo, contenidos. Todo ello en línea con lo antedicho.

El formato mensuario intenta romper la lectura urgente, el análisis del momento, las cosas dichas para llenar columnas, y ofrecer la posibilidad del goce estético detenido, la disposición de tiempos que rompa la tiranía de la época, la crítica profunda y el debate argumental.

Con el devenir seguramente surgirán correcciones, ajustes, etc., pues lejos de someternos dogmáticamente a una definición cerrada, preferimos el camino común de la construcción colectiva. Por ello “Voces de Inclusión”, tomando como referencia una frase utilizada por la ex presidente de la República Argentina Cristina Fernández: “la Patria es el Otro”, (que lejos de ser una frase dicha porque sí y quitándose el sesgo partidario se constituye en una definición de construcción política comunitaria y socialmente superadora), la toma como propia en su consciencia creativa y como dinámica de elaboración.

¡Bienvenidos a nuestra propuesta!

Gracias a todos los colaboradores y columnistas, a las agencias informativas, a todos los que hacen posible este emprendimiento. La generosidad, la solidaridad es constitutiva de “Voces de Inclusión”.

Y por supuesto, agradecemos a ustedes, estimados lectores, por “perder” vuestro tiempo apreciando nuestra producción y difundiendo nuestra existencia.

¡Salud!