Luciano Isaía Rojas presente en la memoria de su pueblo

Al cumplirse un nuevo aniversario de los fusilamientos de junio de 1956, uno de los crímenes más infames de la historia argentina, perpetrado por la dictadura de la “Revolución Libertadora” comandada por el Gral. Pedro Eugenio Aramburu, recordamos a un gualeguaychense asesinado en aquellos hechos.

Por Ignacio Journé

Desde el 16 de septiembre de 1955 los trabajadores y el pueblo peronista venían padeciendo la represión y la violencia de la “Revolución Libertadora”, dictadura comandada por el sector liberal del Ejército y por la Marina, que había derrocado al gobierno constitucional de Juan Domingo Perón.
Décadas de lucha y organización, diez años de realización de derechos y de mejora en la calidad de vida, habían forjado un profundo sentido de dignidad y de conciencia de clase en los sectores populares y el movimiento obrero. Sorteando trabajosamente la fuerte represión se abría camino la Resistencia Peronista, en las fábricas, en los barrios.
La decisión de levantarse contra la dictadura va surgiendo en el seno del pueblo, y se hace fuerte y se organiza junto a los sectores nacionales del Ejército. Ya en la fría noche del 9 de junio de 1956 numerosos grupos en todo el país están aguardado la señal para unirse al Movimiento de Recuperación Nacional, comandado por los generales Juan José Valle y Raúl Tanco. Unidades militares de La Plata, Lanús, Campo de Mayo, La Pampa, y Buenos Aires, junto con civiles en distintas ciudades del país están decididos a entrar en acción y rebelarse. Los objetivos, tal como explicita la Proclama, son claros: “Restablecer la soberanía y la justicia social y devolver al pueblo el pleno goce de su libertad y sus derechos” y “Restablecer el Estado de derecho mediante la vigencia plena de la Constitución Nacional y el imperio de la justicia en un ambiente de real libertad y pura democracia”.
Entre los militares peronistas estará un sargento músico y gualeguaychense llamado Luciano Isaía Rojas. La dictadura fusilará infame e ilegalmente a 32 personas, entre civiles y militares, los días 10,11 y 12 de junio de 1956. Rojas también estará entre estos.

Una breve semblanza

Para ese año Luciano Isaía Rojas ya era bastonero principal en el Regimiento N° 2 de Palermo. Tenía 33 años y junto con otros compañeros de armas, forma parte del movimiento liderado por Valle y Tanco.
Los Rojas son de Gualeguaychú. Luciano nació el 8 de enero de 1923, era uno de los cinco hijos del matrimonio de Lorenzo Fulgencio Rojas y Zulema Elizondo; sus hermanos se llamaban José María, Juana, Margarita y Jesús. Luciano Isaía hizo la primaria en Gualeguaychú y de muy joven decidió ser militar.
Las dificultades económicas junto a la temprana muerte de su madre, llevaron a que Luciano, junto a dos de sus hermanos, fueran criados gran parte de su infancia por sus tíos, Edelmira Rojas y Enrique Churruarin. Crecieron en su casa, en calle Gervasio Méndez al 1900.
Juana Churruarín recuerda vivamente a su primo Luciano Isaía. “´El gordo´, como le decíamos, creció en mi casa, conmigo y mis hermanos, hasta los 9 o 10 años más o menos. A los 17 ingresó al Ejército Argentino, en el regimiento de Zapadores Pontoneros. Recuerdo cuando le entregaron el uniforme… el Gordo vino corriendo a mostrárselo a mi mamá, que era su tía, pero como su madre”.
Y apunta “¡Ah! ¡Y era muy pintón!… Y cuando desfilaba con la banda del Ejército su presencia era notable, tenía mucha prestancia, hidalguía” apunta Juana.
Luego de un tiempo en el regimiento de Gualeguaychú Luciano fue destinado a la guarnición de
Campo de Mayo, para años después pasar al Regimiento N°2 de Palermo. Ya había formado una
familia, ya era definitivamente peronista cuando llega junio de 1956. Vivía con su esposa y sus tres hijos, de 11 y 2 años, y de 60 días el más chico, en una casa alquilada, en la calle Francisco Beiró 388, a una cuadra de la estación Juan B. Justo del Ferrocarril Mitre, en el barrio de Florida, partido de Vicente López. Y formará sin dudas parte del movimiento rebelde.

Esperando la señal

El 9 de junio de 1956, Rojas estaba de franco. Así lo atestigua su familia y su esposa María Teresa Leiva. En el “Epílogo” de Operación Masacre, investigación fundamental sobre los fusilamientos en los basurales de José León Suarez, Rodolfo Walsh se pregunta por dónde estaba Luciano Isaía el día del levantamiento: “Tiempo después hablé con la viuda de uno de ellos, el sargento músico Luciano Isaías Rojas. Me confió que la noche del levantamiento su marido había dormido con ella en su casa”, detalla Walsh.
Su esposa, en un tiempo de represión no se extendió en aclaraciones. Pero más de seis décadas después su familia aclararía todo el panorama. Ciertamente ese día Luciano Rojas no participa del intento de sublevación en el Regimiento N° 2. Pero, como todos los peronistas complotados, ese 9 de junio estaba a la espera de la lectura de la proclama. ¿Dónde? Su casa estaba a pocas cuadras de la (luego histórica) casa de Hipólito Yrigoyen 4519, de donde fueron sacados los fusilados de José León Suárez. “Mi padre salió esa noche y fue a la casa de la reunión en Florida. Mi madre siempre nos contó eso. Y que luego retornó”, nos dice Eduardo Rojas, hijo de Luciano.
Rojas es efectivamente uno de los suboficiales mencionados por Walsh en sus “incógnitas” que, entre tantos, está en la casa de calle Yrigoyen, escuchando una pelea de box pero sobre todo, esperando que a través de la radio se lea proclama, señal para la acción.

Al no recibirse las noticias del levantamiento, se retira a su casa justo antes de que llegue la policía. Así, Luciano Isaía Rojas no morirá en los basurales esa madrugada del 10 de junio. Pero lo será asesinado al día siguiente, en la Penitenciaría de Las Heras.


¡Viva la Patria! ¡Viva Perón! ¡Viva el Regimiento dos!

La ley marcial es impartida a las 0.32 del domingo 10 de junio. Ya es noticia que los complotados están siendo fusilados. Luciano ya está de regreso en su casa, con su familia, pensando. En él habita, hondamente, un sentido de lealtad y honor. “En esas horas mi padre se podría haber ido del país. Pero decide entregarse sabiendo que lo podían matar”, expresa su hijo Eduardo.
Sin dudas, la idea de que sus compañeros mueran pensando que él se ha desentendido o los ha delatado lo consume, y entiende que esa atroz posibilidad no lo dejaría vivir. Así es que horas más tarde, aun previendo los serios riesgos que implicaba su decisión, Luciano Isaía Rojas se presenta voluntariamente ante sus superiores en el Regimiento N° 2.

Inmediatamente lo trasladan a la Penitenciaría de Las Heras. El destino de Luciano Isaía Rojas y el de otros tantos, está en manos del teniente coronel Adalberto Clifton Gouldney, jefe del Regimiento N° 2, hombre de la “Revolución Libertadora” y, casualmente, también de familia oriunda de Gualeguaychú, (es Gouldney Buschiazzo).
Está decidido: esa madrugada junto a sus compañeros los sargentos Isauro Costa y Luis Pugnetti, Rojas será fusilado.
Ya es medianoche y apenas comienza el 11 de junio Luciano está frente al pelotón. Su mirada está en alto. “¡Viva la Patria! ¡Viva Perón! ¡Viva el Regimiento dos!” grita con fuerza, las que serán sus últimas palabras antes del estruendo final. Así Luciano Isaía Rojas, sargento músico, gualeguaychense y peronista era asesinado por la dictadura “Libertadora”. Sus restos hoy descansan en el cementerio de Chacarita.
Eduardo, su hijo, concluye con palabras que hacemos propias: “Para mí es un ejemplo. Respeto y admiro su decisión. Porque fue leal a él mismo. A la Patria, a Perón, al movimiento también, pero sobre todo fue leal a sí mismo”.

Gualeguaychú, 9 de junio de 2020